Juguemos con el Mundo
Juguemos con el mundo
Cuando recuerdo esa noche, no creo que hubiera muchas expectativas en mi mente, sólo me rendí ante la oscuridad y me sumergí en el mundo de ficción que habita mi mente. No sabía que estaría abriendo otro capítulo que valdría la pena contar. Una sección que abrazaría por el resto del año hasta este día.
Sólo te había visto una vez en otro sueño, y a pesar de esto, no puedo negar el entusiasmo y la felicidad que sentí cuando abrí los ojos y te descubrí frente a mí. Tu sonrisa brillaba con familiaridad y tu abrazo se sintió como un recuerdo lleno de alegría. El escenario era un bosque verde, lleno de vida y música.
La frustración que me había dejado el día se evaporó al sentir el calor de tu cuerpo. Y luego de tu abrazo siguió una caminata guiada por los pájaros y arroyos de agua cristalina. Sombras tras claros fuimos de la mano, acariciando los troncos de los árboles y admirando las criaturas a nuestro alrededor. Podría jurar que mi mente comenzaba a engañarme y convencerme de que todo era real, y le permitiría continuar con esa ilusión; pues no había otro lugar donde yo deseaba estar.
El camino irregular del bosque nos llevó a un lugar lleno de nostalgia. Apenas vi la superficie resplandeciente del lago y sentí las memorias de nuestro primer encuentro llenar mi mente. El calor del Sol nos envuelve y nuestro cabello toma un brillo dorado. Repetimos todo tal cual fue:
Tomas mi mano derecha y la pones en tu pecho, permitiéndome sentir el latido vivo y acelerado de tu gentil corazón. Mis ojos se llenan de lágrimas de felicidad mientras siento tu otra mano acariciar mi rostro, sutilmente acercándome para un beso. Te sorprendo, corta la distancia entre nuestros labios y te juro por mi vida, que nunca me había sentido tan amada como en este instante irreal contigo. Nuestro beso se convierte en abrazo y nuestros corazones llenos de amor se juntan en un latido coordinado. Latido tras latido ruego porque la mentira sea verdad, porque todo esto sea real. Nos miramos de nuevo y me ahogo en el marrón de tus ojos, siento tu cabello rizado y tu frente contra la mía. ¿Por qué te sientes tan real? ¿De verdad está pasando todo esto?
Una chispa de tristeza comienza ha despertar dentro de mí y trato de apagarla enfocándome sólo en ti y en estos momentos. No me sorprendo al darme cuenta de que me lees con facilidad, y los océanos en tus ojos tocan mi ser como si dijeran: “te entiendo”. Me derrumbas con tu mirada, siento que las lágrimas se escapan y resbalan por mi rostro, pero las limpias con gentileza y me haces una señal para seguirte. No dudo ni por un segundo, y nos alejamos del lago tomados de la mano.
La oscuridad de la noche nos abraza con una gentil brisa, y avanzamos montados en bicicletas y apuntamos a las primeras estrellas que saludan desde el cielo. Es en un momento de silencio como este donde me pregunto cómo es que nos conocemos tan bien. Por un sueño hemos pasado y ya nos comunicamos sin necesidad de hablar, ya sé qué es lo que más admiraro de ti y ya puedo poner un recuerdo de dormir contigo en mi mente. Y por alguna razón sé que tú podrías decir lo mismo; sabes quién soy, lo que me gusta y lo que me preocupa. Conocerte siempre será algo que no tendrá razón de existir, pero que mantendré cerca de mi corazón por toda la eternidad.
La luz del cielo casi nos abandona cuando llegamos a la plaza. El lugar es uno que ya conocemos tú y yo, y recorrerlo nunca deja de traernos diversión y nuevos descubrimientos. Nos escabullimos por pasadizos secretos y locales arruinados hasta encontrar el cine. Ingresamos a una de las salas y vemos una película que tal vez ni siquiera existe en el mundo real y que sólo nosotros podemos disfrutar. Compartimos observaciones y comentarios por cada momento que pasa, pero las palabras parecen desaparecer en cuanto dejan nuestros labios, y me es imposible recordarlas. Cuando la película termina salimos del lugar, corriendo como niños pequeños huyendo de monstruos imaginarios. Este mundo es irreal, y al empezar a recordarlo le suplico al tiempo que me permita quedarme aquí para siempre. La noche ya ha llegado, pienso, pero por favor...haz que sea una noche eterna.
Caminamos juntos entre estructuras de concreto y ventanas enormes. Por tantos edificios y calles uno podría perderse con facilidad, y, sin embargo, tenerte a mi lado me provoca una sensación de seguridad que no había tenido antes. Aún no compartimos palabras que permanecerán, pero cada mirada que intercambiamos me hace adorarte cada vez más. Tus ojos inteligentes y sonrisa me traviesa me contagian una felicidad que no quiero perder. Es a ti…a quien no quiero perder. Por favor dime que esto puede ser real.
Acompañados por el sonido de las cadenas de las bicicletas y el cantar de los grillos, llegamos a la casa donde sólo tú y yo vivimos. Abrimos la puerta y admiramos la estructura del hogar que juntos construimos. De nuevo, memorias que no sabía que tenía inundan mis sentidos. Es como si pudiera vernos a los dos llegando a esta casa por primera vez. Puedo vernos limpiando los pisos, arreglando las ventanas, los muebles y la cocina. Veo como adornamos con dibujos y recuerdos de más aventuras. Siento tu mano acariciando mi hombro, y con sólo mirarte a los ojos sé que tú también nos ves, y el orgullo se deja ver en tu mirada. Con la emoción de un niño pequeño me tomas de la mano y me muestras la casa. Logro identificar cada habitación hasta llegar a la azotea, donde nos quedamos sentados a ver las estrellas por unos momentos.
El frío de la noche nos regresa al interior de nuestro hogar y bajamos hasta alcanzar el sótano, donde habíamos arreglado un televisor, libreros y una cama. Notamos nuestro cansancio y decidimos combatirlo con música. El volumen se sale de control y terminamos por cantar mal todas las notas, corrigiéndonos en broma con empujones y lanzándonos almohadas hasta convertir el lugar en un completo desastre. Nuestras risas y gritos podrían escucharse por todo el vecindario hasta la ciudad, y nuestras pisadas quizás hasta el centro de la Tierra. Pero ni a ti ni a mí nos importa, pues este desastre es de los dos.
Arreglamos un poco el espacio y nos sentamos a jugar videojuegos. Las golosinas acompañan nuestras competencias, chistes y risas torpes. Llegó a hacer tanto calor en el sótano que te quitaste la playera que traías, mientras yo había cambiado mis pantalones por unos shorts de pijama.
Pronto los juegos terminan, apagamos el televisor y nos disponemos a acomodar las almohadas en la cama, pero en el camino te noto cambiando la música a algo más tranquilo. Dentro de segundos ya estamos bailando de nuevo, paseándonos por la habitación en círculos y pasos inexpertos. Por alguna razón reconozco que sabes lo inevitable que se ha vuelto el hecho de que esto acabará pronto. Ambos estamos cansados y ya puedo sentir mis párpados pesados pidiendo descanso. Pero no me quiero ir. No quiero rendirme ahora que he pasado tanto tiempo contigo, aunque en realidad sólo haya sido un día en mi cabeza. El mundo real puede seguir sin mí, comienzo a pensar, preferiría quedarme aquí donde sí me siento acogida y amada, donde los muros y el techo sí son un hogar y el exterior un mundo de posibilidades.
Me miras a los ojos, y en ellos puedo ver que sabes lo que pasa por mi mente. De repente veo preocupación y tristeza en tu mirada, y me imagino lo solitario que va a ser y que es para ti. En cuanto yo me vaya no hay nadie con quien tú te quedes, y sólo en esta casa tendrás que contemplar si te quedarás a esperarme y cuidar nuestro hogar o si sales a buscar a los demás. Los demás como tú que he creado. Pero de verdad no quiero dejarte, ¿y si me concentro lo suficiente? Tal vez haya una manera de quedarme aquí contigo, y que juntos podamos visitar el océano y ver a nuestros hermanos de otros sueños.
Niegas con la cabeza. Sabe perfectamente en qué estoy pensando y las preguntas que me hago. Tus ojos se ven cristalinos por un instante mientras batallas contra las lágrimas. Apartas la mirada y me llevas a la cama contigo, nos acomodamos uno frente al otro sin soltarnos de las manos. Y sólo…nos vemos.
Juro que puedo perderme en el color de tus ojos para siempre. Cuando los veo, siento que puedo ver cada momento que he vivido contigo, cada lágrima, risa y abrazo. El amor y apreciación en tu mirada son cosas que nuca he visto en el mundo real, cosas que sólo tú y quienes él creó en mi mente son capaces de mostrar con solo sus ojos. ¿Será posible que algún día me acompañen en el mundo real?
No respondo, y tú permaneces en silencio. Al final del día, no hay quien pueda respondernos a eso.
Mientras me piedo en mis pensamientos siento tu mano acariciar mi rostro y jugar con mi cabello, pero dudas con cada movimiento; No me quieres arrullar. Mis párpados me pesan y hago mi mejor esfuerzo por seguir despierta. Me va a doler mucho cuando despierte y no te vea a mi lado, voy a llorar y maldecir hasta quedarme sin voz. La tristeza que había apagado antes regresa con más intensidad, y siento las lágrimas llenar mi visión una vez más. Estoy contigo, me digo, esto es lo que cuenta y no debo olvidar.
Veo tus ojos brillar con tristeza, y antes de que pueda decir cualquier cosa te levantas de la cama, rodeas y te acuestas detrás de mí, envolviéndome con tus brazos y compartiendo el latido ansioso de tu corazón. Las lágrimas escapan y tomo tu mano con fuerza, aferrándome a la idea de tu cuerpo rodeando el mío, como si pudiera materializarlo al despertar.
Me atrapo a mí misma cerrando los ojos de arrepentimiento, y me esfuerzo con lo que me queda de energía para luchar contra la realidad esperándome del otro lado. ¿Por qué te sientes tan real? De todas las noches que he vivido, esta tiene que ser la que vive con más fuerza junto a la de Noah.
De repente suspiras, tu respiración se corta entre sollozos silenciosos, apartas mi cabello de mi oreja, y te escucho hablar por primera vez en este sueño y en esta vida:
—Siempre…voy a estar contigo. Siempre—.
Tu voz es gentil y suave como la corriente de un riachuelo, y con cada palabra mi pecho arde de dolor y las lágrimas caen y corren por mi rostro. El silencio nos vuelve a cubrir y me rodea por completo en tus brazos, permitiendo finalmente que el sueño se apodere de mí.
Ahora despierto.
Y no estás.
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Este sueño tiene origen en el año 2021, a mediados, por el verano.
Más que un relato, este escrito es una carta de amor dirigida a lo que es soñar tiernamente en sí. Soy una persona que suele recordar gran parte de sus sueños a la mañana siguiente, y recordar este con tanto detalle siempre será un tesoro para mí.
Wyatt es un personaje que representa el amor propio en mi vida, y el deseo de amar a quienes me rodean y desean quedarse conmigo. No es un ser imaginario, por decirlo de alguna manera, es una parte de mí que se manifestó y continúa manifestándose en mis sueños. Esta es mi interpretación después de todo.
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